4/5/07

AUTORIDAD SOBRE LA MUJER

Podemos definir la AUTORIDAD como una especie de control, de sometimiento o dominación de unos seres humanos sobre otros. Este control puede ser simétrico o asimétrico. Si por ejemplo, en un trabajo de grupo para el instituto, los miembros se controlan “de igual a igual”, hablamos de control simétrico. Si uno del grupo (o más) manda sobre los otros a la fuerza, hablamos de control asimétrico. En la historia humana es mucho más frecuente (por no decir practicamente el único) el control jerárquico, o sea, el asimétrico.

Para entenderlo mejor, supongamos que una casta o clase posee en una situación de partida un poder superior sobre las otras, que les permite controlar sin quedar ella controlada. Hoy día, podemos hablar por ejemplo de la familia tradicional, que potencia la autoridad (padre, madre, hijos...). En la familia, la mujer fue encasillada a lo privado, a ser la ama de casa, a ser propiedad del hombre y para el hombre, en el mismo sentido en que se poseyeron esclavos.
Someter a la mujer fue someter una fuente de la naturaleza, para inculcar una mayor conciencia de propiedad privada, privatizar a la mujer.

La pérdida de libertad sexual y, en general, de elección, por parte de las hembras no tiene que ver con la idea de promiscuidad. Simplemente, la libertad de elección de compañeros por parte de ellas, de acogerles o abandonarles, así como su autonomía productiva y reproductiva se perdió en las mujeres. A eso es a lo que llamamos Patriarcado. Patriarcado viene a significar que el control, la autoridad es del varón.

Al principio de las sociedades, había un control simétrico, es decir, “de igual a igual”. Gradualmente se pasó a un control asimétrico en perjuicio de la mujer dentro del control que las parejas, las familias, los clanes y demás comunidades primitivas establecían en el curso de su producción y reproducción.

Este control llevó al sometimiento de la mujer y su conversión en mercancía, cosa, propiedad y medio de (re)producción como por ejemplo la “compra de la novia”, las alianzas mercantiles entre familias patriarcales, etc.

La violencia ejercida sobre su cuerpo, por medio de los golpes, la humillación gratuita, la violación, su ICONIFICACIÓN (usar su imagen como reclamo) constituyen “recordatorios” directos de la jerarquía de poder.

Los MEDIOS DE COMUNICACIÓN, la ideología transmitida por la publicidad de las grandes empresas en una sociedad de consumo masivo, son ejemplos que se sigue ejerciendo la violencia simbólica que refuerza la dominación sobre las mujeres. Por ello, el tratamiento iconográfico que los anuncios de publicidad, películas de cine, programas de TV, se sigue realizando, es muestra cotidiana y evidente de que nuestro régimen económico, está basado esencialmente en la colonización de todos y cada uno de los ámbitos de lo humano, lo natural y lo social. Este régimen, que todo lo convierte en mercancía, incluye a la mujer como una mercancía genérica y difunde entre las masas varoniles la idea de su (posible) apropiación mercantil.

La mujer como anónima y no-ciudadana, la mujer como cuerpo disponible y a la venta, no ha hecho más que potenciar la colonización del territorio corporal femenino, su explotación intensiva como valor (valor de cambio). La mujer tiene una imagen creada por el varón.

No nos montemos en el carro de seguir una imagen que nos imponen para poder someternos, para hacernos inhumanas, para que tengamos la mente sólo en seguir un canon de belleza que nos imponen unos empresarios.


¡Basta ya! ¡Seamos libres!

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